Death is my best friend

Si hoy estoy aquí, en la cocina de mi departamento, comiendo una manzana cortada en tajadas por mi madre, con la laptop frente a mí, es porque soy impaciente. Sí, soy impaciente porque he visto el tiempo avanzar y llevarse todo a su paso como el aire que arrastra hasta el polvo más imperceptible.

Tal es mi impaciencia, que he llegado a descubrir mundos y galaxias paralelas que estaban almacenadas en palabras, en logos. No me arrepiento de haber dejado a un lado los micropapers y los exámenes para "más tarde" porque lo que he ido descubriendo no tiene valor. Ahora entiendo a Wittgenstein, no podemos hablar de ética porque las palabras no son suficientes (y si he malinterpretado su teoría, mil disculpas), pero eso me sucede a mí.

Tengo un Word abierto con tres fechas y tres periódicos. Tengo mi blackberry a la mano derecha, esperando recibir correos del continente más antiguo. Tengo un libro a mi mando izquierda que tiene en la portada una bandera blanquirroja, y no es la del Perú. Tengo un proyecto apunto de empezar a ser proceso y soy tan impaciente que ya quiero tener el producto.

¿De qué hablo? Si esperan un par de años más, podrán saberlo. Ustedes deberán ser los pacientes esta vez. Mientras tanto, mi impaciencia y yo seguiremos buscando crónicas, cuales ratoncitos hambrientos en busca de queso, pero creo que debería decir cuales "ardillas hambrientas en búsqueda de nueces"

Perdón si no entienden nada, pero es que yo tampoco entiendo mucho. "Sólo sé que nada sé" y como "cogito ergo sum", continuaré invirtiendo mi tiempo aunque mi costo de oportunidad sea como una demanda inelástica.

Death is my best friend, because dead people are always taking in my head. ¿Cómo puedo hablar con ellos si todo lo que hacen es crear símbolos? He ahí el ser o no ser. Prefiero no ser aquí, pero ser allá. Tan absurdo como suena, la lógica que se esconde detrás es la clave del éxito.