Nox pars obscura diei est.



La noche, helada y oscura como siempre. El aire lleno de escarcha salada inundaba mis pulmones con recuerdos. Con cada exhalación creaba un vapor depresivo a mi alrededor. A pesar de tener mis dedos congelados no pude evitar comprar un helado de vainilla con cono de chocolate. Todo me trae recuerdos.
He pensado en la posibilidad de despertar un día y crear mi propia mentira. Hacer de cuenta que nunca viví, y que ese día empezaba mi vida. Tratar de no recordar más.

¿Por qué me ahogaban los recuerdos? 
No lo sé.
Pero se sentía bien, porque flotaban sobre el mar, y en cualquier momento se podían hundir. 
La luna le daba el toque especial, hacía que los recuerdos brillaran aun más, lástima que el mar absorbía toda la luz.

Ahora solo me pregunto,
¿en qué momento dejé de hablar metafóricamente?

Era tarde, bajo el mar no hay ecos. 







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