Deber, Querer, Poder

Tal vez este sea uno de los posts más difíciles que me ha tocado escribir desde que empecé con la aventura de publicar mis pensamientos e historias en la web. Hoy es 21 de Marzo y probablemente nunca olvide esta fecha.

Mi mamá me despertó a las 7:30 am a pesar que mis clases comenzaban dos horas más tarde. Desayuné, alisté mi bolso y caminamos hasta el paradero. Luego me di cuenta que me había olvidado el celular en el departamento, quise regresar pero mi mamá me dijo que no. Definitivamente me molesté, porque tenía planes y sin mi celular era casi imposible que los llevara a cabo.

Mi primera clase era Literatura con el dios del Olimpo cuyo nombre no es necesario mencionar, todos (o al menos la mayoría) saben de quien hablo. Tuvimos una clase de "engranaje", una clase que unía lo que vimos antes del parcial con lo que nos toca estudiar ahora. Nos devolvió nuestros exámenes parciales y una sonrisa se dibujó en mi rostro, no por la nota, sino porque esta estaba escrita, con la caligrafía de este dios de la Literatura, en un post-it celeste junto con mi apellido. Es decir, me alegró ver que mi apellido había sido escrito por él pues, ahora que lo pienso, de alguna forma fue un "engranaje" entre mi pasado y mi futuro.

Al terminar la clase hablé con él, le pregunté sobre la carrera de Lingüística y sobre el Inframundo griego y su relación con el infierno de la Divina Comedia. Me entristece tener charlas de menos de 10 minutos con él, me encantaría que se extendieran, como en los sueños, donde el tiempo no existe.

Luego de la clase de Microeconomía, bajé las escaleras con Fiorella mientras le comentaba que iría a la Católica. De repente un "¿me acompañas?" salió de mis labios, y un "puede ser", de los suyos. Así fue, y sin pensarlo estábamos en el micro rumbo a la PUCP. Una vez que llegamos, esperamos a que Yurie, mi amiga del colegio,  y Carlos, amigo de Fiorella, aparecieran para que nos hagan pasar.

Cuando entramos, todo fue una aventura: ¡buscamos profesores de Lingüística hasta debajo de las rocas! Hasta que por fin llegamos a una especie de "sala de profesores" donde había una lista de lingüístas. Ahora solo debía elegir quién sería aquel profesor que me explique la carrera, que me abra los ojos y que me oriente por el camino que deba seguir. Elegí a un lingüísta de apellido raro porque simplemente sentí una corazonada, pero al llegar a su oficina nos dimos con la sorpresa que no estaba. Luego bajé las escaleras molesta, nada podía arruinar este día, eso lo tenía claro.

Le pregunté a un señor que daba información sobre los profesores si sabía de algún lingüista que estuviera ahí. Me dijo "de aquí, tres puertas a la derecha". Caminé y lo vi de espaldas, no tenía miedo, solo que no estaba segura de que él fuera el indicado, así que decidí revisar la lista una vez más. Finalmente, decidí entrar, no podía ser tan malo, ¿o sí?

-  ¿Profesor?
- ¿Sí?
- Buenos tardes, soy alumna de la UP. No sé si me pueda brindar información sobre la carrera de Lingüística, estoy interesada en ella.
- Pasa, toma asiento. ¿Qué deseas saber?
- Bueno, básicamente quiero saber cuál es el campo laboral. Sé que Lingüística no tiene tantas oportunidades de trabajo como Economía, que es la carrera que actualmente estudio, pero entonces, ¿cuáles serían las ventajas?

Sonrió y me explicó todo, despejó mis dudas y me hizo sentir cómoda. No sé explicarlo, simplemente me sentía como una colega suya, como una compañera de trabajo de toda la vida.

- Me animé a buscar información sobre esta carrera gracias a M.V, que fue mi profesora de Lengua I. No sé si la conozca.
- ¡Por supuesto que sí! - dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
- No lo puedo creer - reir - entonces, ¿conoce a C.G?
- Claro - dijo sonriendo aún más.
- Él es mi profesor de Literatura - dije sonriendo también.

Mientras el buscaba un folleto sobre la carrera, le conté la excelente nota que había obtenido en el parcial de Literatura. De repente, se se arrastró con su silla hasta colocarse a mi costado y dijo: "tengo algo que mostrarte". Me dio un papel algo antiguo y añadió: "mira quien fue mi profesor de este curso". Era C.G. Sonreí, sonreí y sonreí: una vez más me sentía como en casa.

Hubiéramos charlado aún más, pero mi amiga debía irse y la regla era que yo debía salir con ella. Fue increíble, le pedí al profesor, J.P, que me diera su correo. Le prometí escribirle con la decisión que tome y le agradecí por todo. Al despedirse me dijo con una sonrisa en el rostro: "saludos a M.V y a C.G".

Regresé a la UP y sin pensarlo dos veces subí hasta el 4to piso, sí, la morada de los dioses del Olimpo. Pasé de largo hasta la oficina de M.V, mientras recorría el pasillo A.P me saludó. Tal vez pensó que lo buscaba, pero no, esta vez mi misión era otra. M.V estaba ocupada, oí voces desde el interior de su oficina, así que me dirigí donde se hallaba C.G y le dije: "profesor, tengo un mensaje para usted. J.P le manda saludos"

Sonrió. Luego procedí a contarle resumidamente mi travesía.

- Quiero hablar con M.V, pero creo que está ocupada.
- ¿M.V?  - dijo mientras se paraba. Mi corazón se estremeció, sabía que lo mejor estaba por suceder.

Tocó su puerta, pero efectivamente M.V estaba ocupada. Sin embargo, salió al pasadizo, ya que nadie puede ignorar a C.G, ¡ES EL DIOS!

- M.V, tengo una noticia que darte - dije - Estudiaré Lingüística.
- ¡Qué buena noticia! No te puedo creer. Dios, ¡C.G qué has hecho, qué has hecho!
- No M.V - añadí - esto también es gracias a ti. Gracias a los dos, en verdad.

Fue el momento más feliz de mi vida después de mucho tiempo. No olvidaré sus rostros, el rostro de C.G, y la oscuridad de aquel pasadizo donde las sonrisas de nosotros tres alumbraba cada esquina.

Regresé a mi casa, contenta, como volando.

- Mamá, siéntate.
- Cuéntame, ¿qué pasó?

Y es ahí dónde supe que este día no podía ser mejor.





No quiero contar los días a pesar que falta poco.
No quiero contar los días porque una parte de mí quiere estudiar latin, griego, semántica, fonética; pero otra parte de mí no quiere alejarse de ustedes.
No quiero escribir cursilerías, nunca he sido buena para esas cosas, pero sinceramente, han sido los mejores amigos que pueda tener.

Gracias gente de la UP. Prometo visitarlos.

Gracias Gringo, Chucky, Momo y Cubo. Principalmente ustedes.

Gracias por leer, espero no haberlos aburrido.

2 comentarios:

gatotantogarabato dijo...

Hoy dejas esto por algo que te gusta, mañana dejarás lo otro por algo que te gustará más y así nada terminará bien. Suerte y ojalá no te arrepientas cuando no logres encontrar lo que buscas.

B. dijo...

No hay nada que me guste más que Lingüística. No hay pierde con esta carrera. No creo arrepentirme, tal vez sí de la universidad, pero nunca de la profesión.