Desperté asustada, ansiosa y hasta se podía decir que algo nerviosa. Sólo quería tomar el café e irme de la casa, pero siempre hay complicaciones.
El tiempo jugaba en mi contra, pero la astucia (o adrenalina) del momento hizo que todo pasara lento a comparación de mis movimientos.
En el bus pensé en muchas cosas en las que no debía, en tantas que ya perdí la cuenta. Mi mente estaba flotando en el ambiente, y mis ojos dilatados se alarmaron cuando oí un sonido raro: Era un hombre vomitando.
Vi salir de él un líquido amarillento. No pude ver su rostro, pero imaginé su expresión.. me causó repulsión. Mi estómago se retorcía del asco, así que traté de esquivar aquél recuerdo.
Es todo, un simple recuerdo.
Me pregunto si ahora el hombre es una mejor persona.
Me pregunto si algún día yo seré mejor persona.
Me pregunto quién encontrará el vómito entre las flores, y me pregunto si a aquella persona también le causará nauseas.
Creo que ahora entiendo por qué las rositas me dan repugnancia.

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