El Fin Del Universo 1

La vida es una ironía, que tiene como melodía a nuestra alma; pero a veces, la vida nos la arrebata porque ya se cumplieron todos los intervalos de tiempo, pero nunca nos notifican nada.. y con un abrir y cerrar de ojos, podemos estar muertos sin siquiera haberlo previsto.

Esta es la historia de Jorge.
Puedo contar muchas cosas de él, a pesar que nunca lo conocí bien. Habremos cruzado un par de palabras y compartido algunas casualidades de la vida, pero, todo lo que relataré se me fue transmitido como una tradición oral, como una leyenda donde él es el heroe.

Jorge fue el último de 5 hermanos. Nació minutos después de su gemelo, cuyo nombre ignoro.
La comida faltaba, era 1942 y toda Prusia clamaba piedad y misericordia.
Su padre fue obligado a conducir grandes locomotoras, su madre tenía la gran responsabilidad de cuidar a sus 6 hijos, pero con el paso del tiempo los recursos se fueron agotando, y ya no había que comer.
El gemelo de Jorge no resistió, y un día se despidió de la Segunda Guerra Mundial y emprendió su viaje al Cielo.

Jorge sobrevivió, el destino le guardaba sorpresas y aventuras que jamás hubiera imaginado, pero en este punto de la historia, su inteligencia fue más grande que el capricho irónico de la vida.

- ¿Cómo te llamas? - preguntó el militar ruso.
- Jorge - dijo tímido.
- ¿Polaco o Ruso?
- Soy... ruso.
El mentir le salvó la vida: todos los niños polacos eran asesinados.

Jorge creció, y cada día se volvía más simpático. A pesar de su baja estatura con relación a todos los otros europeos de su edad, sus ojos claros, su nariz respingada y peculiar forma de hablar hacía que las chicas enloquecieran.

A la edad de 20 años, él ya era todo un marino mercante, y la pasaba muy bien con sus amigos. 
Un día, mientras bajaba de un tren, vio a una hermosa joven de trenzas largas. No lo dudó. Corrió, y cuando la joven estaba a punto de entrar al tren, le jaló las trenzas y dijo:
- Tú te vas a casar conmigo.

Poco después, Mónica y Jorge tenían un hermoso niño al cual llamaron Pedro; sin embargo, Jorge tenía que partir en barco a un destino que aún no conocía, y dejó a su esposa embarazada.
En su travesía reflexionó sobre su vida, el comunismo estaba arruinando su existencia. No lo pensó dos veces: tomó su ropa, la enrolló en un papel periódico, colocó un plástico y formó una especie de tubo la cual escondió entre la ropa que vestía. Se lanzó del barco, y nadó hasta la orilla. 
Un letrero que decía "El Callao" lo saludó, pero su libertad no duró mucho.

- ¿Quién es usted? - preguntó un policía.

Jorge no respondió, no sabía español.
El policía lo arrestó, y esa noche durmió por primera vez en una carceleta, en un país extraño, sólo y pensando en aquél regalo de Dios que estaba por nacer, tan lejos de él.

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